miércoles, 30 de octubre de 2013

Con el otoño siempre regresan las palabras

Y yo, ya no vendo corazones a medio romper. Y ya no sé donde encontrarte. Ni quiero.
Porque al final te perdí en mitad de algún suspiro que nunca supe parar a tiempo. Y volví a llenarme de aire. Y de vida.
Y aunque el otoño siempre me deje un vago recuerdo que podría haber llegado a odiar, decidí que no quería permanecer atada a la sombra de alguien que ni siquiera sabe quién es. Decidí liberarte.
Solo eres momentos desdibujados de mi pasado. Retazos de una vida a la que ya no pertenezco.
Y es que me pesaste tanto que acabé por dedicarte ninguna noche. Me harté de jugar al escondite y de anestesiar sentimientos por mucho que chillasen los recuerdos.
Porque está claro que me perderé mil veces antes de encontrarme. Pero aprendí a no volver a  prestar mis pulmones a nadie, para que el recibo de no poder respirar no vuelva a pillarme desprevenida. A no confiar en quienes solo tienen corazón para su propio cuerpo, a no salvar a nadie de sí mismo, ni evitarles los escombros de un inminente derrumbe.
Porque nadie sale tan viva como yo de algo tan oxidado. Nadie vuelve a estar al servicio del porvenir.
Yo sí.